El 20 de enero de este año, el Papa Francisco dio un discurso en la Plaza de Armas de Trujillo frente a la imagen de la Virgen de la Puerta de Otuzco y otras devociones más de esta región. Mediante sus palabras, el Sumo Pontífice transmitió su admiración y amor a la Virgen, y por la causa de ella, su preocupación por los numerosos feminicidios en el Perú. Por esta razón, debemos tomar acciones frente a esta situación no solo para mejorar la calidad de vida en el país, sino también para darle una nueva imagen frente al mundo.

Los feminicidios son una problemática muy grave que cada día aumenta y se hace notar en los medios de comunicación nacionales. Según los datos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), entre enero y abril de este año los feminicidios aumentaron en un 26% a comparación del año pasado, lo cual va en contra de todo lo estipulado por la Declaración de los Derechos Humanos y la Constitución peruana, lo cual los hace moralmente inaceptables y perjudiciales para la sociedad.

Debemos tomar acción ante esto para defender nuestra dignidad humana y alcanzar un desarrollo sostenible con todos los miembros de nuestra sociedad como miembros esenciales y activos para defender los principios democráticos y éticos que queremos alcanzar. Las Naciones Unidas, reconociendo esta afirmación, se propuso diecisiete metas para el año 2030, entre las cuales figura la igualdad de género, cuyas metas incluyen poner fin a todas las formas de discriminación hacia las mujeres.

Si el Papa destacó esta lamentable realidad de nuestro país, es muy posible que también sea visible ante el resto de naciones, lo que daría una pésima percepción de nuestro país como una región caracterizada por el machismo, lo que ahuyentaría el interés positivo hacia el Perú que tomó tantos años en construir y generaría un mayor conflicto social. Por esta razón, si queremos el bien general en nuestro país, no podemos ser pasivos ante el feminicidio.

En conclusión, el Papa Francisco nos hace notar que, además de simplemente continuar con nuestras devociones y nuestra buena relación con Dios, también debemos luchar físicamente por el bien de nuestro prójimo. No solo quedarnos en ideas, sino actuar respecto a ellas para elaborar proyectos y alcanzar el cambio en nuestro país para lograr el proceso en cualquier problemática, especialmente, la discriminación hacia la mujer, que ofende a Dios y a nuestra Madre María.